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La inteligencia artificial, un apoyo para el ámbito sanitario que sigue creciendo

Horacio R. Maseda 15-04-2024

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La inteligencia artificial posee un enorme potencial como herramienta de anticipación y adaptación. Si lo extrapolamos, por ejemplo, al sector empresarial, la IA es capaz de combinar múltiples fuentes de datos, de manera que el empresario pueda comprender mejor las variaciones en la demanda. Desde PredictLand, consultora especializada en IA aplicada a los negocios, se han implantado con éxito soluciones empresariales basadas en el algoritmos avanzados y técnicas de machine learning: “Las empresas de comercio electrónico han utilizado algoritmos de IA para analizar el comportamiento de compra en tiempo real y ajustar sus estrategias de inventario en consecuencia. Esto ha llevado a una reducción significativa de los excedentes y las pérdidas por falta de existencias”. Es decir, la IA permite una planificación más eficiente de la producción y así se han beneficiado también sectores como el de la salud o el biotech.

La inteligencia artificial se puede aplicar a múltiples campos, entre ellos, el mundo del retail también lo empieza a ver clave en un futuro próximo. En la última edición del Retail Forum –congreso de referencia del retail en España, organizado por iKN Spain–, Enrique Polo de Lara, Spain Country Leader & Senior VP de Salesforce, señaló que “estos últimos años ya se ha utilizado la inteligencia artificial predictiva, y ahora estamos en una fase donde las empresas están empezando a utilizar la IA generativa. El objetivo de las compañías tecnológicas es llegar a utilizar algún día una IA que sea capaz de tomar decisiones, igual que los humanos”.

Precisamente, esta competencia de la IA, la de ayudar a tomar decisiones más efectivas, está siendo de mucha utilidad también en el ámbito sanitario. De hecho, su uso en el mundo de la medicina y la salud sigue creciendo cada año: en diagnósticos, según el Observatorio nacional de tecnología y sociedad (ONTSI), crece ya al 32,5% anualmente. Para Daniel Fernández, experto en IA en el ámbito sanitario y CEO de Qubiotech, el uso de datos y su interpretación es una tendencia ya imparable en el sector, aunque matiza que “seguramente esta respuesta es extrapolable a muchos otros sectores, dado el potencial de la IA de optimizar y automatizar proceso y extraer información de la enorme cantidad de datos que ya se generan hoy en día”.

Aplicado a la salud, la IA puede ser útil para detectar señales que los médicos podrían pasar por alto; también para personalizar o predecir qué tratamientos podría funcionar mejor. Fernández apunta que, en general, esta tecnología “puede mejorar el desempeño humano en tareas mecánicas y dónde tengamos una limitación debida nuestros sentidos, como puede ser el reconocimiento de patrones en imágenes médicas”. 

En esta misma línea, Jesús Silva, doctor en Física y docente del Máster en Aplicaciones de la IA en Sanidad de CEMP, opina que se pueden aprovechar muchas de las capacidades de estas tecnologías en diferentes campos sanitarios como la radiología. “En imagen médica, la IA nos puede ayudar a detectar cosas que nosotros podríamos pasar por alto, como tumores en etapas muy tempranas. Además, tiene el potencial de revolucionar la medicina personalizada. Al analizar la imagen en profundidad, la IA puede predecir qué tratamiento funcionará mejor para ti en función de las características del tumor”.

Sin embargo, el experto de Qubiotech estima que otras aplicaciones, como las diagnósticas o pronósticas, “están en un momento más incipiente ya que son tareas mucho más complejas, dónde el número de variables a considerar es mucho mayor y que, en muchas ocasiones, incluso no sabemos si tenemos todos los datos porque la enfermedad no se entiende totalmente desde el punto de vista biológico”. Esta es una cuestión capital, ya que la IA depende de datos de alta calidad, entiendo estos como información precisa y representativa para que luego pueda generar predicciones útiles. “Un caso claro es la enfermedad de Alzheimer, que desde el punto de vista médico o biológico sigue sin ser comprendida en su totalidad. Por ello, en la medida en la que avancemos en el conocimiento de las enfermedades, podremos tener mejores modelos de diagnóstico y personalización de tratamientos”.

Un dato que demuestra el auge de la IA es que las profesiones de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas cotizan al alza en el mercado laboral. Según un informe elaborado por Immune Technology Institute y Randstad Digital, en los próximos tres años se demandarán en España más de 90.000 profesionales expertos en datos e IA. Observando el papel que puede jugar a medio plazo, la primera pregunta sería si contamos, en le sector sanitario, con profesionales formados y capacitados para manejar esta herramienta. “Cada vez más, los facultativos entienden que las herramientas de IA tienen el potencial de hacer que su práctica sea mejor, no solo por ayudarles a mejorar sus tareas específicas, sino porque al liberarles de tareas mecánicas también les permite liberar tiempo para dedicarse a tareas de más valor, como estar con los pacientes”, explica el CEO de Qubiotech. En la actualidad, añade, “no existe prácticamente ningún Congreso dónde el tema de la IA no sea uno de los aspectos destacados. Por lo tanto, me consta que los profesionales médicos están haciendo un esfuerzo importante por aprender e incorporar estas herramientas a su práctica clínica”.

No obstante, pese a su importancia creciente, Fernández señala que “no necesitamos ni revoluciones ni sustituir a médicos y enfermeras, lo que necesitamos es ayudarles a que hagan mejor su trabajo y que todo ello redunde en la sostenibilidad del sistema”.

SUSPICACIAS Y PELIGROS
Pese a su fulgurante ascenso, la inteligencia artificial sigue levantando suspicacias. Según un estudio sobre aplicación de la inteligencia artificial, elaborado por el ONTSI, tres de cada diez españoles desconfían todavía de su uso en el terreno de la medicina; y si nos referimos a los propios profesionales, solo un 41% de los médicos se posiciona a favor de la aplicación de la IA en el ámbito médico. “La principal razón es la complejidad de la tecnología”, indica Fernández, ya que, en muchos casos, “actúa como una caja negra, que proporciona respuestas aparentemente razonables o acertadas, pero no sabemos muy bien cómo”. Para el CEO de Qubiotech, “es totalmente lógico que los profesionales sanitarios, que tienen una gran responsabilidad en su trabajo –y que ninguna máquina les va a quitar–, sean prudentes y quieran entender hasta que punto se pueden fiar de los resultados de los algoritmos de IA”. Por otra parte, añade, “las expectativas exageradas que a veces, de manera interesada o ingenua, se lanzan sobre cualquier tecnología, tampoco ayudan a confiar ya que parece que vamos de revolución en revolución y, en la vida real, las organizaciones suelen cambiar lentamente”.

La inteligencia artificial no está exenta de retos y, hasta cierto punto, de peligros que pueden amenazar su uso, más si cabe en cuestiones de salud, en el que los fallos pueden salir muy caros. Un ejemplo que preocupa, en cuanto a la salud bucodental, a los profesionales de la odontología es la popularidad de los llamado alineadores dentales invisibles, muy populares por sus continuas promociones a través de las redes sociales, destacándolos como una alternativa económica a la hora de  corregir problemas de alineación dental. ¿Qué tiene que ver la inteligencia artificial en todo esto? El odontólogo Iván Malagón alerta de que “se están vendiendo alineadores por encargo, por internet, sin la supervisión de profesionales, ni diseñados por ortodoncistas, y basados por los parámetros que se generan con IA”. 

Los usuarios envían sus medidas a una sede física que escanea sus datos, creando un registro digital, que es el que utiliza la inteligencia artificial para alinear los dientes. El problema es que los ortodoncista no solo se fija en los registros dentarios para alinear, ya que se tienen en cuenta muchas más variables claves, no solo faciales, sino también esqueléticas. En este caso, si las guías no son correctas, apunta Malagón, “se dañan mucho las articulaciones tempomandibulares, lo que crea acufenos en el oído, dolores de cuello y otros problemas, aparte del riesgo de perder los dientes prematuramente”.

El uso de IA en sanidad genera también otros problemas éticos, como la necesidad de respetar la privacidad y confidencialidad de los datos del paciente. Para Fernández, la actual normativa Reglamento General de Protección de Datos es “bastante garantista” en este sentido, y “un marco adecuado que todos podemos comprometernos a respetar sin comprometer el desarrollo del negocio”. El experto en IA matiza que “siempre hay casos particulares dónde quizá la norma es demasiado restrictiva y otros aspectos que pueden ser lagunas ya que la tecnología avanza muy rápido; pero, en general, creo que es una buena normativa”. Igualmente, Fernández apunta que “siempre debe existir el principio de responsabilidad individual con tus datos o los datos a los que tienes acceso debido a tu trabajo”, y cree que los profesionales sanitarios “son especialmente conscientes de eso”.

LA IA PARA DESENTRAÑAR EL ENVEJECIMIENTO
La inteligencia artificial puede identificar qué te está haciendo envejecer e incluso conocer tu verdadera edad biológica. El nuevo estudio del Hospital Brigham and Women publicado en la revista Nature Aging explica que los algoritmos son capaces de identificar qué factores son los responsables de que el cuerpo envejezca más rápido, señalando las diferencias genéticas individuales. “Mientras que antes se conocían los efectos del paso del tiempo gracias a determinados marcadores como los telómeros, ahora se conocen también las causas”, detallan desde Neolife, clínica pionera en España en medicina preventiva antienvejecimiento.

Los nuevos datos que aporta el machine learning pueden distinguir entre las diferencias de metilación que causan el envejecimiento y que condicionan el proceso. Así, los científicos de la Escuela de Medicina de Harvard aplicaron la inteligencia artificial a la epigenómica –el estudio de las manifestaciones químicas que se producen en el entorno de la molécula de ADN–, basándose en ocho factores: esperanza de vida, longevidad extrema, duración de la salud, índice de fragilidad, salud autoevaluada, antecedentes familiares, estatus socioeconómico y otros factores de salud. Además, el estudio –realizado en una muestra de más de 7000 ciudadanos británicos– se apoyó en tres parámetros: el CausAge, que predice la edad biológica en relación a factores causales de ADN; el DamAge y el AdaptAge, que calculan cuáles son los cambios dañinos para la edad biológica y cuáles sirven de factores de protección. 

Con estas pruebas, desde Neolife aseguran que “se podrá avanzar en el diagnóstico de desfases negativos entre la edad cronológica y la biológica, bien por una vida poco recomendable (si hablamos de salud) o por estados propios asociados al envejecimiento (como la menopausia o la andropausia)”. En cada caso, añaden, “la medicina antiedad determinará los procedimientos a seguir, que tienen que ver con cambios en los hábitos, la reposición hormonal y la suplementación”.


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